viernes, 19 de julio de 2013

La semilla de la esperanza… en un banco

Hoy me ha pasado algo muy particular: he tenido que ir al banco (a mi entidad habitual) para abonar los impuestos trimestrales de una asociación de la que soy parte desde hace ya un tiempo… Ya se sabe, Hacienda, somos todos…
Un banco, impuestos, Hacienda: ¿y con qué me encuento al ser atendida? Con un agricultor de unas semillas muy especiales.
Alejandro, que así se llama el trabajador de banca (el agricultor de semillas) que me atendió amablemente, nada más percatarse del nombre de la asociación, claramente alusivo al concepto medioambiental, me preguntó si yo era medioambientalista… pero que si lo era conmigo misma.  
Mi respuesta, más movida por la prisa que por la reflexión, fue una afirmación no muy explicada, y su siguiente pregunta, una señal de que la conversación bien podía merecer esa calma que no suele protagonizar este tipo de servicios:
-          ¿Qué haces para reciclarte?
Dio de lleno. La siguiente respuesta la pensé un poco más:
-          Reinventarme siempre, con ilusión…
Hace unos meses “dejé” los servicios de auditoría y consultoría por quehaceres más creativos, artísticos y, por qué no decirlo así, hasta bohemios. Alejandro, un trabajador de banca en puertas a su próximo cambio de rumbo, un joven que ha decidido apostar por el apoyo a las personas, por el coach y por un futuro profesional del todo reinventado, del todo reciclado, sacó de una cestita de mimbre que lucía un cartel con la frase “semillero de sonrisas” una tarjeta y, tras escribir en ella mi nombre, me la entregó.   
“No te rindas, que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños”…
Debajo de esa frase, el modo de “sembrar sonrisas” en el alma. Poético, motivador,  pero sobre todo inauditamente sorprendente.
Metí la tarjeta en mi cartera. Era la primera vez que salía del banco sin que en mi cartera entrara o saliera dinero, sino un papelito con un mensaje de esperanza, de fuerza… y de ecología interior.
Nunca sabemos dónde vamos a encontrarnos una de esas señales que te indican que sigas adelante. Que la vida es muy corta para no permitirse soñar hoy y ahora.
Yo hoy encontré una de esas señales en uno de los bancos más odiados de este país, pagando los impuestos de un estado corrupto y en una época de crisis inalterable.
Vale la pena sembrar. Porque en medio de las espinas, siempre hay rosas…

P.S. Gracias Alejandro… y suerte en tu nueva etapa.