martes, 14 de mayo de 2013

Cuéntamelo todo…

Últimamente, entre firmas de libros y redes sociales, he tenido el placer de poder intercambiar palabras e impresiones con algunos lectores de mi novela “Por una cabeza”. Recibir comentarios es siempre muy gratificante pero, además, recientemente me han preguntado mucho por “cómo es eso de escribir”… Y por a esa pregunta, nace esta entrada.
En mi caso, yo nunca me planteé escribir como un oficio o una labor. Nunca he escrito con el propósito de ser “escritora”. Y solo sé que, en algún momento, no recuerdo cuál con precisión, sentí que era eso lo que quería hacer: quería escribir. O mejor dicho, quería contarlo… todo.
Escribir, a mi entender, no consiste solo en narrar historias. Hay que “contar” mucho más en esas historias de lo que las propias historias cuentan. Hay que procurar que las historias encierren sensaciones y vivencias que traspasen el papel que las soporta. Hay que poner el alma y el corazón en lo que se narra, con independencia del formato en el que se escriba.
¿Qué si es difícil escribir? Yo creo que no. Cada escritor tiene su estilo y todos sin excepción son válidos. Unos gustan más, otros no tanto… pero lo importante (y lo difícil) es que las palabras tengan algo más que letras. Que tengan emoción.
Todos podemos “inventar” una historia. El ser humano está dotado de una imaginación extraordinaria y con ella muchos llegan a desarrollar una creatividad inexorable… pero entonces ¿dónde está la clave de contar historias y no limitarse a escribirlas?
En primer lugar, creo no equivocarme al afirmar que NUNCA se debe escribir acerca de lo que no se conoce. De algo que no se ha vivido, de un modo u otro. Ya sea un lugar, un sentimiento, una situación… es muy complicado poner el alma en contar algo que no hemos experimentado, sencillamente porque nuestra alma podría pasar de largo sobre ese “algo” que le es ajeno. No digo con ello que se escriba solo a modo autobiográfico, de hecho yo aún no he escrito nada que me haya pasado en términos de argumento, pero ¿cómo describir al punto tal de contagiar, por ejemplo, la ira si nunca nos hemos enfadado? Si quieres transmitir un enfadado en tu historia, recuerda alguna vez que te hayas llenado de esa sensación. Y entonces, corre a escribir. No cuentes solo la trama de tu historia. Cuenta el sentimiento; la emoción.        
Con mucho esfuerzo y más devoción, se encuentra la constancia necesaria para escribir una historia de ficción… pero para que sea creíble, trate de lo que trate, debes sentirla tú primero.
Esa es la dificultad a la hora de escribir. El resto, llega solo… antes o después.
Si quieres escribir, no te dejes nada en el tintero. Pon pasión en cada letra… y cuéntalo todo.