A lo largo de una vida se calcula que podemos llegar a
conocer entre 2 mil y 5 mil personas.
Tiene lógica:
Compañeros de colegio, de instituto, de universidad. La
gente que conociste estando de viaje. Aquellos que fueron parte de salidas y
diversiones varias. Gente en pubs y bares. Amigos. Amigos de amigos. Familiares
de amigos. Parejas de amigos. Tus propias parejas. Los compañeros de aquel
trabajo. Y de aquel otro. Y de ese otro también. Las personas que conociste
durante aquel curso. Los que practicaban aquel deporte contigo. Todos los que
entrenaban en aquel gimnasio, que bailaban en tus clases de baile o que
compartían aficiones en aquel centro o club. Tus profesores. Tus jefes. Tus caseros.
Tus inquilinos. Tus compañeros de piso. Aquel imbécil que no soportabas. Aquel otro imbécil
sin el que no querías estar…
Varios miles. Son muchos. Seguramente, cuanta más alta sea
la cifra, más afortunado serás. Más te habrás enriquecido. Más habrás aprendido
de gente distinta a ti. Más éxito social habrás logrado.
Resulta obvio que si se supera una cierta edad (digamos ¿unos
4 años?) no podamos acordarnos de todos. Ni siquiera de muchos.
Varios miles… ¿son tantos?
La cuestión no es cuántas personas vas a conocer sino de
cuántas vas a lograr acordarte cuando estés de vuelta de todo. Cuántos y qué nombres
y apellidos seguirán en tu recuerdo cuando ya nadie nuevo vaya a tener la
oportunidad de conocerte…
Y sobre todo, la cuestión es cuántas de esas personas se
seguirían acordando de ti. También cuando ya no estés…
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