jueves, 9 de octubre de 2014

500 días... o ninguno.

Hace unos meses alguien a quien cinematográficamente admiro mucho, me recomendó una película. "500 días juntos". La típica comedia romántica donde chico conoce a chica y comienzan una historia de amor... y desamor. La película en sí, no estaba mal. Divertida. Simpática. 
Quien me la recomendó lo hizo con el propósito de que la valorara desde un punto de vista técnico. Que analizara su fotografía, su iluminación, sus encuadres. Intenté hacerlo... también. 

Repito que el guión no era de lo más novedoso y el final tampoco me acabó de convencer, pero hubo un detalle en esa película que sí me gustó, y mucho, y que, váyase a saber por qué, hoy me viene en mente para una nueva entrada bloguera...

Durante la película, su protagonista masculino rememora y recuerda los momentos vividos con "su chica". Las escenas "recordadas" son siempre las mismas. Y son siempre diferentes. 

Depende de él mismo y de cómo se encuentra, halla en sus recuerdos detalles edulcoradamente románticos o, por el contrario, indicios de desapego y de distancia emocional. La escena que "recuerda" es la misma. Es solo su atención la que cambia. Depende tan solo de qué es lo que él quiere ver en esa escena. Y eso, es lo que ve. 

Hacemos eso constantemente, en todo. Somos unos nefastos observadores, incapaces de alcanzar la imparcialidad más básica. Distorsionamos la realidad para el lado que más se aproxime a cómo estamos nosotros. Y eso, es lo más triste: ni siquiera somos capaces de llevárnosla a el punto de vista que más nos convenga, para ver aquello de lo que más podamos aprender, o lo que nos haga sentirnos lo mejor posible, en cada caso. No. Sencillamente, nos dejamos arrastrar por nuestro vaivén, y con él, arrastramos las mismas "escenas reales". 

Todo depende del cristal con que miramos. Todo depende de las gafas que llevemos puestas, siempre y en cada momento. 

Recomiendo la peli, por qué no, pero sobre todo, recomendaría que dejáramos de creer que hay 500 días... o ninguno.
Por cierto... al final, el protagonista logra darse cuenta de cómo era cada escena. De verdad. ;)


"La realidad no es otra cosa que la capacidad que tienen 
de engañarse nuestros sentidos." 
Albert Einstein





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