Hace unos días, hablaba con alguien acerca de las
cosas lógicas y obvias de la vida. Aquellas para las cuales no cabe discusión
posible, y a modo de ejemplo, me preguntó cuál era la clave del éxito en las
relaciones.
La persona con quien hablaba se adelantó a mi
respuesta y puso en mi boca una conclusión que podría parecer evidente:
"El amor, ¿o no?"
Respondí por mí misma: "No."
A sabiendas de que soy lo que podría considerarse una
romántica, su cara reflejó sorpresa de inmediato.
"¿Ah, no? Y entonces ¿cuál es la clave? Sin
amor no hay relación que dure en el tiempo..."
"Las hay."
Y "son
las que". ¿Las que? Sí. Son las que duran. Son las que, realmente, tienen posibilidad
de éxito. Las que no lo tienen, son aquellas que fueron fruto de la mentira más
difundida: el amor, dura.
El amor, no puede durar. Me refiero a ese amor del
que escribimos los escritores. Al amor de los poetas, de las canciones. Al amor
endulzado de las películas de Hollywood, y de las obras dramáticas. Ninguna
novela, poema, canción, película u obra dura toda la vida. Son finitas, por eso
en ellas tiene sentido. No lo tiene en la vida real.
Nos han aleccionado desde pequeños, nos han hecho
creer que los flechazos existen... y que duran. Y que eso, se llama amor y es
la clave del éxito en una relación. Discrepo.
Cuando "nos enamoramos" nuestro cuerpo
deja de encontrarse en los niveles que podríamos considerar normales. Todo se
dispara. Hormonas, reacciones químicas y conexiones neuronales. Físicamente, es
imposible mantener esos niveles en el tiempo, sin morir... Pero más allá de las
cuestiones meramente biológicas que rigen "el amor", cuando nos
enamoramos creemos ilusamente que estaremos por siempre exentos de monotonía,
frustración, decepción y enfriamiento. Nadie lo está.
Y es que para "el éxito de las
relaciones", el amor no es suficiente. Si cuando ese amor se normalice no
hay nada más, todo estará perdido. La relación habrá muerto.
John Gray, un autor especializado en relaciones y
patrones de conducta de hombres y mujeres lo define así en una de sus obras:
"el amor no hace de una persona tu alma gemela. La persona con la que
podrás tener éxito es aquella que logre despertar en ti lo mejor de ti
mism@".
La clave no es el amor romántico: es el amor propio.
Podremos amar a muchas personas a lo largo de la
vida pero pocas (muy pocas) serán las que hagan que nos amemos más a nosotros
mismos. Cuando alguien logra que te enamores de ti, has encontrado la fuerza
para que haya éxito.
Porque ese amor no es hormonal. No es cerebral. No
es químico. Es intrínseco en la propia persona. Y no muere jamás.
Sí, soy escritora y por
ende, romántica. Pero también soy científica y por ende, realista. Por eso, al
aunar ambos perfiles, me resulta posible creer solo en un amor que supere la
ciencia... y la poesía.
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