Hay muchas cosas que distinguen al ser humano del resto de
los animales, pero hay una en concreto que lo diferencia de una manera en
absoluto favorable para nuestra especie: el miedo injustificado.
Hace poco escuché una comparación que hacía Eduard Punset
entre los seres humanos y las gacelas; explicaba cómo, al aparecer los leones,
las gacelas empezaban a correr, a huir, pero solo hasta que una de ellas era
capturada. Después de que eso sucediera, las demás ya no tenían razones para
escapar, ya que “su miedo” ya tenía presa y no iba a seguir persiguiéndolas.
El ser humano, a buen recaudo, seguiría corriendo… ¿y si
prefieren probar otra? ¿y si quieren más?...
“Y si”, “y si”…
El miedo es necesario. Nos permite sobrevivir; nos vuelve prudentes y nos ayuda a prevenir peligros
para nuestra integridad.
El hecho de que el miedo nos visite no es malo, el problema
llega cuando dejamos que se acomode en nuestro sofá… Y sabemos que se está “acomodando”
cuando empezamos a temer cosas que no son reales; miedos que solo existen en
nuestros “y si…”
La clave es el tiempo: temer lo que nos está pasando es
normal. Temer lo que quizá, tal vez, algún día nos pase, definitivamente… no.
Cuando un “león” nos pise los talones, tenemos que correr,
pero no podemos dejar de estar en la sabana por si hay leones, ni tampoco
correr hasta provocarnos un colapso cardiorespiratorio cuando “nuestro supuesto
león”, realmente, no nos está persiguiendo.
Pongo un ejemplo en primera persona: me pasé años en un
trabajo que no soportaba por miedo a los “y si…”: y si no encuentro otro
trabajo, y si no puedo afrontar gastos, y si me arrepiento… Por suerte, el león me atrapó y no tuve que
seguir pensando en posibles problemas de futuro… No solo encontré otro trabajo,
desde mi perspectiva, mucho mejor, sino que logré tiempo para descubrir qué
quería hacer con mi vida profesional… y empezar a hacerlo.
Ninguno de mis “y si…” se cumplió. Ninguno de mis miedos se
reflejaron en la vida real… y yo pasé años temiendo unas desgracias y un
sufrimiento que jamás llegaron.
En lo profesional, en lo personal, en lo emocional… en todo.
No busques miedos, no te pongas excusas. No tengas miedo. VIVE.
Hoy.
Mañana, llegarán nuevos “leones”… pero, casi seguro, ninguno
de ellos será el león de tus “y si…”.