miércoles, 29 de julio de 2015

Una película de zombies

Hoy intenté acostarme temprano, ¡de veras! Pero cada vez estoy más convencida de que algunos escritores somos tan noctámbulos como los vampiros... Estaba en mi cama, dando vueltas y vueltas hasta que al final encendí la luz y arranqué mi portátil. 
¿Qué me quitaba el sueño? La verdad, nada. Últimamente, nada me lo quita. No porque no tenga inquietudes o contratiempos. Sencillamente, porque aún con ellos intento dormir. Y eso es, paradójicamente, lo que me ha inspirado para encontrarme de madrugada creando un nuevo post en mi abandonado blog personal.

¿Qué nos quita el sueño? Y lo que es peor... ¿qué nos lleva a dejar de soñar?

Hace un par de semanas tomaba un café con mi hermana a la vez que manteníamos una conversación acerca de "los sueños". De los sueños y de lo enférmisima que tiene que estar una sociedad como para dejar de soñarlos.

Es como una película de zombies. Sí. Lo es tal cual. A diario nos topamos con "muertos andantes", que esperan cruzarse con algún aún-vivo para intentar devorarlo. Son peligrosos. Ellos, en cierto modo, ya han muerto y esperan alimentarse de ti, no tanto para volver a la vida como para acabar con la tuya. Para hacer que tú también vivas vacío. Vivas sin poder dormir... y sin sueños.

Una sociedad cargada de zombies, inanimados, tristes, apagados, temerosos, en donde a aquel al que se le ocurra irradiar vida puede convertirse en una presa a aniquilar. 

La queja es el alimento del alma ya moribunda. Como diría Emilio Duró "hemos hecho del malhumor una profesión; si no sufres, no trabajas", si no te lamentas, no eres realista. Y con semejante alimento vaya que si se acaba por morir. 

Una sociedad que nos enseña a desmerecer nuestras virtudes, a destacar nuestras miserias. El amor propio se castiga con la etiqueta de la arrogancia y el optimismo con la de la falta de seriedad. Tenemos que lamentarnos para ser aceptados. Tenemos que renunciar a luchar, a valorar nuestras inquietudes y nuestras fortalezas. Tenemos que dejar de soñar... porque eso no es de realistas. Eso, no es de zombies. 

Yo, por el momento, prefiero ser un vampiro, que dedica las horas de luna a escribir en un portátil y a beber el néctar de unos textos que de dramáticos, son sangrantes, pero desde luego me resisto a convertirme en un zombie.      

Y ahora, me voy a ver si duermo... porque tengo tanto que soñar aún que no me basta el día para hacerlo.

;)