martes, 16 de septiembre de 2014

Tan fácil como montar en bici...

Si lo pensamos, vivir es, al fin y al cabo, como montar en bici. Te subes, buscas un cierto equilibrio que te estabilice y avanzas. Las reglas básicas de funcionamiento, son las mismas: circulas por el carril preestablecido para los de "tu especie", intentas que te sirva para llegar de la manera más rápida posible a tu destino, frenas cuando la cosa se complica, tratas de esquivar los obstáculos para evitar colisionar y mantienes la distancia justa si circulas con otras bicis para no chocar contra ellas.

Es algo que todo el mundo sabe hacer. En el fondo, todo el mundo debe ser capaz de subirse y pedalear. De seguir estas básicas y simples reglas.
No hay mucho que pensar. Es un proceso casi mecánico.

Yo... no sé montar en bici.

No sé encontrar ese "cierto equilibrio" que te mantiene estabilizado. Que evita que te caigas. Que evita que tengas que volver a levantarte...
No soy capaz de circular por un "carril preestablecido" de alrededor de un metro de ancho. No sé circular sin salirme, sin pisar la línea.
No me interesa usar el medio más rápido y menos cansado para llegar. Quiero llegar, con independencia del tiempo, con reafirmación al esfuerzo.
No consigo frenar cuando la cosa se complica; detenerme en seco como si me desconectaran, o como si conectaran un freno a pedal.
No logro esquivar los obstáculos sin colisionar. Yo me golpeo. Voy contra ellos. Y es que al fin y al cabo, aunque te lastimes en el golpe, el camino siempre sigue.

Lo sé: no hay mucho que pensar... es un proceso casi mecánico.

Pero aún así, o quizá justamente por eso, yo... no sé montar en bici.



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