Tiene la mirada fría. Sus ojos son azules, pero a veces dudo
si ese color se debe a la tonalidad de su iris o al hielo de su mirada. A "R",
así lo llamaremos, lo conocí hace poco más de una semana. Tiene 61 años, pero
es joven... Hace meses perdió ambas piernas - la consecuencia de una vida de muchísimo
tabaco y bastante alcohol - y, por si
fuera poco, le han diagnosticado cáncer de pulmón.
Conocí a "R" en la sala de espera de la planta de
oncología de un hospital. Lo había visto varias veces, pero solo fue hace unos
cuatro días que finalmente hablé con él. Una conversación entre dos
desconocidos unidos por una realidad que solo quienes la han vivido de cerca
pueden entender. "R" es todo un personaje, en el buen sentido de la
palabra: aquella mañana, "R" me contó un poco acerca de su vida.
También me habló sobre el hecho de pasar las navidades en una habitación de
hospital, solo. Pero lo que más me llamó la atención de todo lo que
"R" dijo fue una frase: hay que reírse de las desgracias, así les
jodes más... Aquella mañana, le saludé esperando volver a coincidir, porque si
seguíamos encontrándonos significaría que tanto él como la persona a quien yo
tenía ingresada en ese hospital seguirían allí. Fueran navidades o no. Eso,
daba igual. Lo importante era seguir...
Hoy volví a aquella sala. Fui a visitar a "R" - de
los dos que tenían que seguir, lamentablemente, solo queda él... - y le llevé
un pequeño surtido de turrones, no sé si para intentar endulzarle la navidad,
la enfermedad solitaria... o la mirada fría.
"R" no esperaba mi visita. Fue grata. Y sí, algo se
endulzó. Pero curiosamente, los turrones poco tuvieron que ver. "R"
ha perdido prácticamente la salud, como él dice "precio de su
libertad", pero no ha perdido la esperanza, las ganas de luchar, de avanzar aún no
teniendo piernas. ¡Conserva toda su picardía! muestra de ello, frases como las
dichas a otro familiar de otro paciente de cáncer, afirmando que "ha
perdido las piernas pero ha ganado la visita de un mujerón, ¡30 años más joven!".
Piropos a parte, la visita a "R" también me endulzó a mí... Y me doy
cuenta de que cuando menos comprendemos es cuando más podemos aprender. Cuanto
más dolor sentimos más deberíamos solidarizarnos. Porque al fin y al cabo, lo
que importa es seguir... y que la mirada no se nos enfríe nunca.
Cuando me marché le prometí a "R" volver a
visitarlo si él me prometía que, como mínimo, intentaría no ponerse peor...
Solo me dijo "voy a estar pensando en seguir bien porque te lo he
prometido". Ojalá pueda cumplir su promesa.
Gracias, "R".
emocionada conmovida. FUERZA a los dos!!!
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